EL
LENGUAJE DEL CUERPO
(Alexander
Lowen)
INDICE
Prefacio
PARTE PRIMERA
1
Desarrollo
de las técnicas psicoanalíticas
2 Aspecto somático de la psicología del yo
3 El principio del placer
4 El principio de la realidad
5 La concepción bionenergética de los instintos
6 Los principios bioenergéticos en
la terapia psicoanalítica
7 El
análisis del carácter
8 Formación y estructura del carácter
Prefacio.
Es indudable que el punto
de vista del psicoanálisis es insuficiente para resolver los problemas de
inadecuación del comportamiento de las personas tratadas. Es conveniente pensar
que para producir la “cura” del comportamiento, es necesario atender también al
aspecto de la motilidad corporal. Como se trabaja en forma simultánea con los
aspectos mentales y corporales de una persona, conviene comprender que la
transferencia y contratransferencia se usan para alcanzar acercamiento afectivo
en el tratamiento, pero también conviene tener en cuenta que es necesario que
haya un equilibrio, y sólo debe llegar hasta cierto límite; de no ser así, nos
indica que el terapeuta aún no está totalmente preparado.
PARTE PRIMERA
Desarrollo de las técnicas psicoanalíticas
Esta es una historia llena de éxitos y fracasos. Freud
dedicó sus esfuerzos a esclarecer el problema de la histeria. El proceso de
sacar a la luz los datos del inconsciente va acompañado de malestar, por lo que
el paciente lo rechaza una y otra vez. Hay que insistir en la importancia de
una actitud positiva de Freud hacia la sexualidad como arma terapéutica en los
primeros tiempos del psicoanálisis, pese a la atmósfera moral imperante adversa
que se estaba viviendo en aquella época. La transferencia se basó y sigue
basándose en la proyección de los deseos y temores sexuales reprimidos en el
psicoanalista.
Luego llegan nuevos psicoanalistas con un
nuevo enfoque de la terapia, entre ellos Ferenczi, quien comienza a aplicar, sin
el consentimiento de Freud, la denominada “técnica activa”. Esta técnica activa
consistía en imponer al paciente algunas áreas, además de las reglas fundamentales
(llegar a la hora, y cumplir con el tiempo definido). Tal concepto de “técnica activa”
fue notablemente ampliado en la terapia ofrecida por W. Reich. A veces resulta
útil recomendar ejercicios de relajación ya que dicha relajación permite
superar inhibiciones psíquicas y las resistencias a la asociación. Ferenczi
amplió considerablemente el concepto de análisis. La técnica de la asociación
puramente pasiva, parte de cualquier
superficie psíquica donde esté presente y retrocede hacia las áreas debilitadas
y preconscientes del material inconsciente, podría denominarse “análisis desde
arriba”, para ser diferenciada al análisis desde abajo. Cuando el yo es parte
inseparable de la misma estructura que constituye el problema fundamental, el “análisis
desde abajo” consigue evitar la defensa que aquel erige frente a los ataques
que se le dirigen. Es entre la psicología del yo por arriba y las tensiones y
trastornos somáticos por abajo. Los conceptos y procedimientos de la técnica
activa, es decir, del análisis desde abajo o enfoque somático, debían ser
ampliados. Según plantea Reich, el orgasmo tiene por misión descargar el exceso
de energía del organismo. Si la descarga está bloqueada o es insuficiente se
produce ansiedad. El placer personal garantiza el bienestar emocional del
individuo. La identidad funcional entre tensión muscular y bloqueo emocional formulada por Reich fue una
de las grandes intuiciones surgidas en el transcurso del tratamiento
psicoanalítico de los trastornos emotivos. El término “neurosis” se puede
ampliar hasta designar un trastorno
crónico de la motilidad natural del organismo. En este caso, la neurosis es
equivalente a una disminución o limitación de la “agresión” entendiendo esta palabra en el sentido
etimológico de moverse hacia, avanzar.
LA NEUROSIS
LIMITA LA MOTILIDAD Y
CON ESTO LA CAPACIDAD DE AVANZAR
|
El análisis a nivel somático reveló que los
pacientes contenían la respiración y contraían el vientre a fin de eliminar la
ansiedad y otras sensaciones, se observa que esta es una práctica muy
frecuente, sobre todo en aquellas situaciones que son percibidas como
amenazadoras o dolorosas, uno retiene el aliento, contrae el diafragma y
comprime los músculos abdominales. Al liberar la tensión se produce un suspiro.
Si esto se convierte en un estado permanente se observa a una persona con el
pecho inflado, dando por resultado una persona con pérdida de afecto y con un debilitamiento del tono emocional.
El movimiento y la expresión son las herramientas
de que se sirven estos procedimientos analíticos; cuando es necesario, son
complementados mediante la acción directa sobre la rigidez muscular. Es
importante que nos demos cuenta del poder inherente a estos procedimientos. Con
esta técnica no nos ocupamos de los derivados del inconsciente sino del propio
mecanismo inconsciente de la depresión. De este modo es posible traer los
efectos a la conciencia con una intensidad imposible de alcanzar a nivel
verbal. La descripción que hace Reich de las tensiones musculares específicas, de
su función como mecanismos de defensa y como expresión de los impulsos
secundarios constituye una valiosa lectura para toda persona interesada en la
dinámica de la expresión corporal. Si admitimos la unidad funcional del carácter
y de la pauta de rigidez muscular, hemos de encontrar un principio fundamental
común. Este principio no es otro que el concepto de procesos energéticos.
LA TERAPIA
CONSISTIRIA EN
POSIBILITAR LA RECUPERACION DE LA MOTILIDAD
|
Nosotros trabajamos con la hipótesis de que
existe una energía fundamental en el cuerpo humano que se manifiesta tanto en
los fenómenos psíquicos como en el movimiento somático. La denominamos
simplemente bioenergía. A nivel superficial, la unidad sólo es posible en términos
de función, y la función unitaria que
tiende el puente entre la psique y el soma no es otra cosa que el carácter.
Aspecto somático de la psicología del yo
Aunque el psicoanálisis esté considerado como una disciplina limitada al estudio de los problemas psíquicos, este, tuvo su origen en las alteraciones de las funciones somáticas; alteraciones no atribuidas a daños orgánicos, Entre las alteraciones tenemos: La histeria, la neurosis, la ansiedad, la neurastenia y el comportamiento obsesivo compulsivo.
Aunque el psicoanálisis esté considerado como una disciplina limitada al estudio de los problemas psíquicos, este, tuvo su origen en las alteraciones de las funciones somáticas; alteraciones no atribuidas a daños orgánicos, Entre las alteraciones tenemos: La histeria, la neurosis, la ansiedad, la neurastenia y el comportamiento obsesivo compulsivo.
Reich formuló la ley fundamental de la vida emocional, es decir,
la unidad y antítesis de la función psicosomática. El propósito de este libro es ampliar el principio del “análisis desde
abajo” y poner a disposición de los terapeutas el conocimiento de los procesos
somáticos dinámicos que subyacen a los fenómenos psíquicos observados en el
análisis. Actualmente, para comprender el carácter y la dinámica de la terapia
bioenergética es preciso conocer detalladamente la psicología del yo (Freud). El
concepto del yo (ego) es fundamental en el pensamiento psicoanalítico. El yo
(ego) es lo primero que encontramos cuando volvemos la vista sobre nosotros
mismos. En todo individuo existe una organización de los procesos mentales a la
que llamamos su yo. Este yo incluye la conciencia y controla los accesos a la
motilidad, es decir, a la descarga de excitaciones en el mundo exterior. Esta
institución de la mente regula sus propios procesos constitutivos y por la
noche se va a dormir. Existen buenas razones para comparar al yo, al menos en
alguno de sus aspectos con una ampolleta eléctrica, ya que la inteligencia es
una luz. ¿No ocurre algo similar en el sueño?, Cuando la excitación se aquieta,
la luz que es el yo se debilita o se apaga. En los primeros tiempos, Freud se
dio cuenta de que el mejor estímulo para el sueño era la actividad sexual. Hoy
sabemos que el orgasmo sirve para descargar energía o tensión facilitando de
ese modo el sueño. Pero el yo es algo más que una luz en la actividad
inconsciente. También controla el acceso a la motilidad, o más bien controla la
motilidad. Dentro de ciertos límites, el yo puede provocar una acción o
contenerla hasta que las condiciones sean las adecuadas. Puede inhibir acciones
e incluso reprimirlas más allá de la conciencia. El yo es como un foco que se
puede orientar tanto hacia afuera, a través de los órganos sensoriales, como
hacia dentro, percibiendo señales emergentes del propio cuerpo. Sabemos,
además, que tiene el poder inherente de adaptar los impulsos a la realidad de un modo similar a los
reguladores electrónicos. La resistencia que el paciente muestra en el
psicoanálisis sólo es la expresión manifiesta de la luz roja de la represión.
El yo sólo puede incluir aquellos elementos inconscientes impulsos, sensaciones
– temores- que en un momento fueron conscientes y más tarde fueron reprimidos.
El individuo que de niño no experimentó de un modo consciente ciertas
sensaciones, no puede adquirirlas por medio del psicoanálisis. Si una persona ha padecido un sentimiento
de falta de seguridad al principio de su vida, lo que necesita de la terapia no
es sólo el análisis, sino la oportunidad y los medios de obtener esa seguridad
en el presente. Mientras la relación entre las percepciones externas y el
yo está completamente clara, la relación entre éste y las percepciones internas
requiere una investigación especial. (Focusing).
El yo tiene por núcleo el sistema de
percepción y comprende lo consciente aunque esto debe ampliarse a todo lo que
alguna vez fue consciente, es decir, lo inconsciente reprimido y lo
preconsciente.
YO
|
SISTEMA
PERCEPTIVO
|
CONSCIENTE
|
INCONSCIENTE
REPRIMIDO
|
PRECONSCIENTE
|
El fundamento de todas las técnicas
bioenergéticas es que el yo no sólo comprende las percepciones, sino también
aquellas fuerzas internas, los elementos indeterminados de Freud, que dan
origen a las percepciones. Si el sí mismo se identifica con el sentimiento, del
que la percepción es tan sólo una parte, el individuo no considera su yo como
un fenómeno puramente mental. En tales individuos, la percepción es simplemente
un componente de la acción consciente. La percepción es sólo un componente de
la consciencia pero es necesario identificarse con el sentimiento, por tanto no
debiera situarse el yo sólo en la percepción. La observación de algunos
pacientes revela una falta de intensidad en el tono sentimental y lo que es más
importante, una falta de vigor en la acción y en la expresión. En tales casos,
constituiría un error situar el problema en el sistema de percepción. Un yo
fuerte es signo de salud emocional, pero puede coexistir con una grave neurosis
si su energía se emplea básicamente para la represión. El yo tiene por
misión transmitir la influencia del mundo exterior al ello, a sus tendencias y
esfuerzos, a fin de sustituir el principio del placer imperante en él por el
principio de realidad. En el yo, la percepción desempeña el papel que en el
ello corresponde al instinto. En comparación con la labor inconsciente de
coordinar los miles de millones de células, las miríadas de tejidos y los muchos órganos del ser humano, las facultades de la
razón y la imaginación parecen pequeñas e insignificantes. E incluso ellas han
evolucionado del gran inconsciente como la flor brota del arbusto.
PERCEPCION
|
YO
|
INSTINTO
|
ELLO
|
Habrían tres áreas para clasificar lo inconsciente:
1. El Estrato más profundo del inconsciente y primera categoría corresponde a las
actividades que nunca se hacen conscientes. Actividades orgánicas de las que no
podemos ser conscientes.
2.
La segunda categoría comprende aquellas
actividades que pudieron haberse hecho conscientes, pero que nunca lo hicieron.
Pueden ser hechos conscientes, eso sí mediante un esfuerzo consciente. El niño
que aprende a caminar cuando los músculos aún no son lo suficientemente fuertes
ni están los suficientemente coordinados para dicha actividad desarrolla una
fuerte tensión en los músculos del muslo (anterior, lateral y posterior). Esto
sucede cuando al niño se le deja solo pues el niño trata de levantarse y
avanzar hacia su madre. La tensión existente en estos grupos de músculos, dan
al muslo la fuerza necesaria para sostenerse pero a costa de la gracia y el
equilibrio natural.
3.
La tercera y última de las categorías del
inconsciente, comprende a lo inconsciente reprimido. El súper yo comienza a
existir como una formación de defensa del yo, la cual cristaliza y se
estructura al principio de la vida.
Depende esto del entorno en el cual crece el organismo. Su persistencia se debe
a que está estructurada como una limitación inconsciente a la motilidad, que el
organismo no se atreve a superar. El súper yo es, por tanto una parte del yo
que se ha vuelto inconsciente y que utiliza su energía para bloquear sus
impulsos del ello (inconsciente), de un modo que empobrece y limita al yo.
INCONSCIENTE
|
FUNCIONAMIENTO
CELULAR DEL CUERPO
|
ACTIVIDADES QUE
PUEDEN HACERSE CONSCIENTES PERO QUE NO SE
HA TRABAJADO EN ELLAS
|
INCONSCIENTE
REPRIMIDO
|
El Yo representa procesos psíquicos de los
que somos conscientes, y que afectan a actividades que nos ponen en relación
con el mundo exterior. La ley fundamental de esto es: Una actividad se hace
consciente al incidir sobre la superficie del cuerpo, ya que sólo de este modo
puede ponerse en relación con el mundo exterior. Toda sensación, toda
percepción depende del movimiento. El sistema de la percepción consciente está
situado en la superficie de la corteza cerebral. El ello por el contrario, está
relacionado con los procesos que tienen lugar bajo la superficie. También en
este caso la descripción de los procesos del ello están situados en las
profundidades y es aplicable a los procesos somáticos y a la representación
psíquica de tales procesos. En un impulso surgido desde el núcleo del ser
humano, la musculatura, además de permitir el movimiento corporal, también
puede contener al impulso. Al contener al impulso, el músculo realiza trabajo,
gasta energía, en mantener el tono, y este tono puede ser consciente o
inconsciente. Un grupo muscular puede mantener un estado de contracción
crónico. Los músculos se ponen tensos cuando frenan conscientemente un impulso.
Del mismo modo que a nivel psíquico, el súper yo impide que ciertos pensamientos
alcancen la consciencia, a nivel biológico, los músculos en estado espástico,
contraídos de manera crónica, impiden que algunos impulsos lleguen a la
superficie. De modo que a través de las estructuras musculares de la persona,
es posible deducir la naturaleza del súper yo de la misma. Podemos decir que la
pauta de tensiones musculares del individuo, determina su grado de expresión y
que dicha expresión está relacionada con la estructura de carácter.
LA MUSCULATURA
PUEDE
|
PERMITIR UN
MOVIMIENTO
|
CONTENER UN
IMPULSO
|
PUEDE SER
CONCIENTE O INCONSCIENTE
|
EL MANTENER EL
TONO GASTA ENERGIA
|
La organización de los procesos mentales se
puede relacionar con la correspondiente organización de los procesos corporales.
Los conceptos de yo, ello y súper yo tienen su duplicado claramente definido en el terreno somático.
El origen es el centro de energía
del organismo situado en las profundidades
de los procesos del ello. El propósito
corresponde a la dirección biológica. El objeto
es el estímulo del mundo exterior que actuando sobre la superficie (Yo) hace
surgir el impulso. Sólo el objeto se encuentra bajo control del yo. Esta
disociación de las tendencias instintivas básicas parecería ser el precio que
hay que pagar para poder llevar una vida civilizada.
PRECIO DE UNA VIDA CIVILIZADA
|
DISOCIACION DE
LAS TENDENCIAS BASICAS INSTINTIVAS
|
El yo ideal consciente se forma una vez que
el niño supera la etapa edípica. El yo ideal consciente, opuesto al súper yo
inconsciente, parece adoptar una forma definitiva a la edad en que sale la
dentadura permanente. A partir de entonces y a lo largo de toda la vida, el yo
es constantemente evaluado y ajustado. El yo y sus derivados el súper yo y el
yo ideal, están sujetos al impacto de nuevas experiencias en la vida del
individuo. El desarrollo emocional no sería posible si estas nuevas
experiencias no pudieran ser integradas en sistemas ya existentes. Para
lograrlo, el yo ha de abrir sus barreras para dar paso a los impulsos. Cuanto
mayor es la experiencia mayor ha de ser la apertura. Se trata de que el yo se
deje literalmente inundar por cada nueva experiencia vital de manera que surja
un nuevo yo en el que dicha experiencia esté debidamente integrada. Pero ello
sólo es posible si el yo se extiende en profundidad. Donde el yo tiene que luchar
por sobrevivir frente al súper yo, es imposible
que se produzca un desarrollo importante. El problema consiste en hacer
consciente al yo de aquello que ha sido reprimido por el súper yo
La terapia bioenergética combina el principio
de actividad a nivel somático con el procedimiento analítico a nivel psíquico.
El paciente adquiere nuevas experiencias motrices que son integradas en el yo.
La unidad del método está asegurada por la atención que se presta al carácter,
el cual expresa los aspectos psíquicos y somáticos de la personalidad.
El principio del placer
Todas las terapias analíticas actúan en el marco de lo que conocemos como principio de realidad, es decir la capacidad del organismo para soportar el dolor o el displacer en razón de un mayor placer que espera obtener en el futuro. El principio del placer gobierna el pensamiento y el comportamiento de los individuos. El organismo busca el placer y evita el dolor. El principio de la realidad se deriva del principio del placer. El displacer o dolor se asocia al aumento de tensión, y el placer a su disminución. Podemos decir que la tensión surge como consecuencia de ciertas necesidades cuya satisfacción produce placer. La clarificación se ha de buscar en el área biológica. Tenemos así dos hechos estrechamente relacionados dentro de la función perceptiva: la proyección sobre la superficie del cuerpo y la proyección de esa superficie sobre otra superficie (la proyección del cerebro).
Todas las terapias analíticas actúan en el marco de lo que conocemos como principio de realidad, es decir la capacidad del organismo para soportar el dolor o el displacer en razón de un mayor placer que espera obtener en el futuro. El principio del placer gobierna el pensamiento y el comportamiento de los individuos. El organismo busca el placer y evita el dolor. El principio de la realidad se deriva del principio del placer. El displacer o dolor se asocia al aumento de tensión, y el placer a su disminución. Podemos decir que la tensión surge como consecuencia de ciertas necesidades cuya satisfacción produce placer. La clarificación se ha de buscar en el área biológica. Tenemos así dos hechos estrechamente relacionados dentro de la función perceptiva: la proyección sobre la superficie del cuerpo y la proyección de esa superficie sobre otra superficie (la proyección del cerebro).
TODA TERAPIA
ANALITICA ACTUA
|
DENTRO DEL MARCO DEL PRINCIPIO DE
REALIDAD
|
PRINCIPIO DEL
PLACER
GOBIERNA
|
PENSAMIENTO Y COMPORTAMIENTO
|
|
Hay dos funciones que dominan la vida
vegetativa del organismo, a saber, la expansión y la contracción. A nivel
psíquico la expansión es percibida como placer y la contracción biológica como
displacer. El desplazamiento de energía
desde el centro del organismo a la periferia es funcionalmente idéntico a la expansión
biológica y a la percepción del placer. Por el contrario, el desplazamiento de
energía desde la periferia hacia el centro es funcionalmente idéntico a la
contracción biológica y la percepción de displacer o ansiedad. El yo se limita
a la membrana superficial. La expansión y la contracción son fundamentalmente
fenómenos del ello. (57) El propio sentido de placer alberga el rudimento de la
función de realidad que posteriormente ha de convertirse en el principio
dominante del comportamiento humano maduro. Si la tensión surge en situaciones
en las que no es posible esperar un relajamiento placentero, se experimenta
ansiedad, la cual no constituye necesariamente una condición patológica.
Nuestro juicio debe basarse siempre en el
principio de realidad. La
ansiedad es patológica cuando es desproporcionada con respecto a la situación
externa que la provoca. Aun no siendo patológica, siempre se experimenta como
una amenaza al yo, amenaza que el organismo maduro trata de eliminar. También
es patológica cuando se convierte en un estado crónico y fuera de control.
Atendiendo a esto, podemos definir la salud como la capacidad del organismo
para mantener su ritmo de pulsación dentro de los límites del principio de
realidad.
El displacer es el estado de carga energética
que precede a la descarga, la ansiedad representa una carga de energía en la
que la descarga se esté bloqueada o contenida. Si la intensidad de la carga
aumenta hasta el punto de llegar a amenazar la integridad de los elementos
estructurales del cuerpo, se experimenta dolor. (58) Freud publicó en 1920 un
controvertido libro, “Más allá del principio del placer”, en el que postulaba
la existencia de dos fuerzas instintivas. Una el instinto de muerte (masoquismo
primario- tánatos) conduce de vuelta a la naturaleza inanimada; la otra, el
instinto de vida (o instinto sexual) impulsa a la vida en su desarrollo y en su
evolución. Freud llegó a la formulación de estos conceptos después de observar
dos fenómenos clínicos. Uno de ellos era el problema del masoquismo. Parecía
haber ciertos individuos que deseaban que en las cosas no les fuese bien. En
contradicción con el principio del placer, tales individuos parecían buscar las
situaciones dolorosas dominados por una compulsión interna a seguir sufriendo y
a experimentar el sufrimiento una y otra vez. El Propio Freud había dicho: “Mi
afirmación del carácter regresivo de los instintos se apoya también en material
observado, concretamente en el fenómeno de la compulsión a la repetición”.
En general, la repetición de estas
actividades se basa en ciertas necesidades periódicas que dan lugar a un estado
de tensión en el organismo en tanto no son satisfechas. El impulso resultante
trata de aliviar dicha tensión, y sabemos que la liberación de esos estados se
experimenta como un placer, sin importar que la actividad sea comer, dormir, defecar o
la descarga sexual. También es posible realizar otras actividades repetitivas,
aun cuando no se espere de ellas un placer inmediato, si nuestro sentido de la
realidad nos dice que nos proporcionarán
placer futuro. El principio de realidad es una modificación y no una
negación del principio de placer.
Cualquier
sueño en el que el paciente vuelve a experimentar la situación traumática
deberíamos interpretarlo como un intento de descargar el efecto reprimido, cosa
que en general no llega a producirse al no haber una participación consciente.
Los sueños repetidos son intentos repetidos de fracasos.
Reich identificaba el placer y el displacer
con el movimiento de la energía en el organismo. El movimiento hacia la
periferia hace disminuir la presión interna, eleva la tensión superficial y
facilita la descarga en el mundo exterior. El movimiento hacia dentro produce
el efecto contrario.
Así
pues, en el mecanismo de disminución de la tensión podemos distinguir dos
aspectos: El desplazamiento de energía hacia la periferia con la consiguiente
expansión de la membrana superficial, y la descarga de sustancia y energía en
el mundo exterior.
El
principio del placer se encuentra en el umbral de la vida.
El principio de la realidad. Del mismo modo que el principio del placer es el modus
operandi del ello, el principio de realidad constituye el método de trabajo
del yo. El principio de la realidad, en tanto que opuesto al principio del
placer, exige la aceptación de un estado de tensión y el aplazamiento del
placer de acuerdo con los requerimientos
de la situación externa. A cambio, promete que dicha acción llevará a obtener
un mayor placer o a evitar un mayor dolor en el futuro. Todos sabemos que el yo
infantil no es capaz de tolerar mucha tensión. La frustración de una necesidad
produce rápidamente una descarga motora, principalmente en forma de llanto. ¿Se
desarrolla la tolerancia a la tensión con el control motor y como resultado de
éste? El andar y el control de los esfínteres constituyen la base de la
independencia del niño, Estas habilidades contribuyen a desarrollar el
principio de realidad, a superar la dependencia receptiva y la necesidad de una
descarga inmediata. Aunque esta última afirmación es verdad en parte. La
experiencia clínica ha demostrado que cuando el control de los esfínteres se
adquiere a una edad demasiado temprana, surgen tendencias neuróticas que
debilitan la función de la realidad. El niño que se adapta demasiado pronto a
la realidad adulta, a la larga fracasa. Una infancia y una niñez plenas y
placenteras son la mejor garantía de un yo fuerte y de una buena función de la
realidad. Sabemos que la función bioenergética fundamental que dio
lugar al principio del placer como determinante de la función psíquica fue el
desplazamiento de energía desde el centro a la periferia y viceversa. El flujo
de energía del centro a la periferia hace disminuir la tensión, tanto si va
acompañado de una descarga de sustancia como si no, y es percibido como algo
placentero. El displacer no es lo mismo que la ansiedad, la cual sólo hace
aparición cuando la energía de un impulso no puede ser descargada.
PRINCIPIO DE LA
REALIDAD
|
YO
|
HERRAMIENTA DE
TRABAJO
|
Los
impulsos, en lugar de moverse desde el centro a la periferia en cualquier
dirección, se orientan a lo largo de una línea longitudinal que va desde un
extremo a otro pasando por el centro. Todos los animales superiores
presentan la misma estructura fundamental. Al estudiar la estructura y la
dinámica energética del organismo humano descubrimos que estos procesos han
alcanzado su mayor grado de desarrollo.
El
esquema corporal presenta tres segmentos principales, la cabeza el tórax y la
pelvis, y dos estrechamientos, el cuello y la cintura. Estos estrechamientos
sirven de apoyo sobre los que se ejecutan ciertos movimientos rotativos.
CABEZA
|
TORAX
|
PELVIS
|
La
capacidad de mover la pelvis de un modo controlado, con ayuda de los muslos
(con suavidad en la primera fase del acto sexual y con mayor ímpetu después) permite
que la energía se acumule en cotas más altas que si todo el acto fuese
involuntario. Cualquier estado espasmódico crónico que afecte a estos músculos
(muslos) produce una disminución del control y favorece la eyaculación precoz.
El control puede aumentar de un modo neurótico hasta el punto de perder toda
espontaneidad en el acto sexual.
Mucho
antes de plantearse la cuestión del control de los esfínteres, la frecuencia de
los movimientos tiende a disminuir y a hacerse
regular. Esta capacidad de contener y organizar los impulsos se
desarrolla como parte del crecimiento natural del individuo y está relacionada
con el desarrollo de aquellos órganos y estructuras localizados en el vientre y
en la pelvis.
Mientras más “fuera” del cuerpo,
mayor contacto con la realidad.
La
rigidez del vientre y del segmento anterior del abdomen limita una función de
depósito intestinal predisponiendo un síntoma de descarga fecal frecuente y
licuada (diarrea). Una sobre excitación emocional puede provocar la diarrea,
por tanto, a una persona con estos síntomas le favorece tener descanso, una
dieta blanda y la reducción de excitación emocional.
Un
factor caracteriológico es la rigidez de todo el organismo y la incapacidad de
responder mediante movimientos adecuados a las situaciones de stress o tensión.
En el caso de diferentes test, incluyendo el Rorschach, mostraba un decaimiento
emocional y una personalidad inmadura, con los niveles más maduros de expresión
bloqueados, la descarga tendía a producirse a un nivel más primitivo.
La
rigidez general del organismo, apreciable en la musculatura tensa y
espasmódica, hace que a estos individuos les resulte imposible soportar
cualquier presión adicional. La presión externa es transmitida
inmediatamente a los órganos blandos internos produciendo el trastorno. La
flexibilidad permite reacciones de adaptación, imposibles de lograr sin ella,
además de la unidad de todos los segmentos del cuerpo.
El
extremo superior está especializado en la recepción de alimentos, agua aire e
impresiones sensoriales. Todos ellos al servicio de aquellos impulsos
instintivos, cuya misión es cargar al organismo, a diferencia de los dirigidos
hacia abajo, cuya misión es la descarga. La cantidad real de energía que
puede ser contenida y concentrada en el cerebro humano es tremenda. En los
organismos muy sanos produce un resplandor en torno a la cabeza.
El
individuo adoptará idéntica actitud frente a la realidad en su pensamiento y en
su sexualidad.
La agresividad,
que caracteriza la psicología del carácter fálico, se pone “igualmente”
de manifiesto en su sexualidad.
La vida
fantástica del carácter oral se refleja en la falta de contacto con
la pareja en el acto sexual.
La “contención”
psicológica del carácter obsesivo se deriva de una actitud similar
hacia las funciones de descarga y eliminación.
La
fantasía puede servir para liberar la tensión temporalmente ya que produce una
expansión general del organismo, pero si el ciclo se detiene en este punto y no
se completa, se produce una situación de irrealidad en la que se evita la
actividad muscular, tanto en la extensión como la contracción rítmica, y en la
que no intervienen el yo ni el principio de realidad. El resultado es una
disociación entre la percepción y el estado real de tensión que persiste
mientras actúa la fantasía.
La
fantasía empleada de este modo no es lo mismo que el pensamiento inteligente y
la imaginación. Estos últimos se derivan de la misma función, pero no son
distorsionados como sustitutos de la realidad. La fantasía y sus derivados, la
imaginación y el pensamiento creativo, desempeñan un importante papel en la
realidad. Están situados al comienzo de un ciclo que termina en la acción;
no pueden ser un fin en sí mismos.
El
yo procede del ello, al igual que el principio de realidad procede del
principio del placer; esto ocurre sólo cuando se ha logrado estabilizar la
orientación longitudinal y anti gravitatoria, y esto se logra con el desarrollo
de la persona. La relación de estos dos principios siempre debe estar presente.
Si el principio de realidad queda privado de su motivación y fuente de energía,
que es el principio del placer, se vuelve estéril. El yo que niega su
fundamento en el ello se vuelve seco y quebradizo.
El
acercamiento sexual comienza como una expresión del yo. Mucho antes de que
tenga lugar cualquier contacto físico, ambas personalidades se encuentran a
través de sus ojos. El yo se manifiesta a través de los ojos hasta tal punto
que un observador entrenado es capaz de evaluarlo a través de la expresión de
éstos. El contacto físico que viene a continuación es todavía una función de
realidad, ya que posee un carácter exploratorio. La actividad está aún dominada
por la búsqueda consciente de una sensación más placentera, conservando el yo
todo el control. En esta fase, el placer contribuye a intensificar la
excitación y a despertar las sensaciones más profundas del ello. La
participación del ello aumenta gradualmente.
Con la penetración, el sistema del ello
extiende su influencia.
Si el yo se identifica con las más profundas
sensaciones de la percepción, la percepción consciente del placer aumenta en el
transcurso del acto sexual.
En resumen, podemos decir que el yo se
diferencia del ello sólo para perderse en él en los momentos supremos de la
vida. El principio de realidad sirve para reforzar el principio del placer.
El ser humano posee un principio de la
realidad más desarrollado que los animales.
El yo nunca puede ser mayor que el ello,
del que procede y del que forma parte.
El principio de realidad, a diferencia del principio del placer exige
que la descarga, sea aplazada en espera de un mayor placer.